SER.- Raúl López Romo es historiador, responsable de Educación y de las exposiciones del Centro Memorial de víctimas del terrorismo de Vitoria y autor de las unidades didácticas con las que miles de escolares de toda España aprenden en las aulas qué es el terrorismo. Desde esta experiencia, que ha ido recogiendo en diferentes artículos escritos en los últimos siete años, acaba de publicar ‘Sobre el olvidado terrorismo vasco’, con sus opiniones sobre la Euskadi post-ETA. Según ha explicado en ‘La ventana Euskadi’, una parte son textos ya publicados, pero también hay muchos inéditos, entre ellos la introducción, un ensayo «con dos ideas básicas: la persistencia del fanatismo antiespañol que se manifiesta en palizas, amenazas, etc. y la persistencia y penetración de la teoría del conflicto, esa de que que hubo dos bandos equiparables, de que todos fueron culpables y todos sufrieron. Como dijo Arendt, ‘donde todos han sido víctimas en realidad nadie lo ha sido’, así que hay que ser capaces de identificar y distinguir entre víctimas y perpetradores; de bystanders y de justos (los pacifistas)».
La idea fuerte del libro puede parecer paradójica, reconoce, y a ella hace referencia el título. «Hay más iniciativas sobre memoria que nunca (memoriales, placas, homenajes, libros, películas…) pero nunca ha habido tanto olvido». Según López Romo «hay una tendencia al olvido generacional, que es natural: los jóvenes no tienen ni idea de este asunto, aunque tampoco se les explica y eso sí que se puede evitar. Y luego hay una tendencia al olvido claramente inducida o, mejor dicho, de recuerdo selectivo, que es la que se impulsa desde aquellos que tuvieron alguna responsabilidad en que el terrorismo perdurase, fundamente la Izquierda Abertzale».
El historiador define el libro como «no de combate, pero sí puede tener una lectura combativa» y así se mira en el espejo de Alemania y sus políticas de memoria. «Estamos a años luz de lo que hacen. Una de las cosas que han hecho muy bien los alemanes es haber introducido en los planes educativos el tratamiento del Holocausto de una manera exhaustiva. No le dedican un ratito una tarde a ello. Tiene peso específico. Además, está la sistematización del uso del testimonio en la Educación. Luego, el tema de las visitas a los campos de concentración. Y, por último., los cordones sanitarios con aquellos que relativizan el holocausto y la época nazi».
«Es un libro que pone bastante peso en la vertiente educativa. La Educación me parece fundamental y es una asignatura pendiente», asegura López Romo. » Si no se hace más es por falta de voluntad. Estos días se ha formado a 1.800 profesores vascos en prevención del suicidio, que me parece fundamental. Pero no existe nada parecido en prevención de la radicalización violenta o sobre cómo trasladar el fenómeno del terrorismo a las aulas. Existen programas menos ambiciosos». El historiador pone como ejemplo las visitas al Centro Memorial, donde trabaja, y las compara con las de otros países. «Si un tercio de los escolares que visitan los memoriales sobre el Holocausto en Bélgica son escolares, en el de Vitoria estamos hablando de un cinco por ciento» de las 50.000 visitas recibidas desde su apertura. «Estamos satisfechos con el número global de visitantes pero queda mucho en la parte de los escolares», concluye.