El Periódico.- En 2022, 59 personas del colectivo LGTBI en Catalunya, la mayoría hombres homosexuales, fueron víctimas de una agresión física y así lo comunicaron al Observatori Contra la Homofòbia. Se trata de la primera vez que las palizas o puñetazos a este colectivo superan a las agresiones verbales (insultos, amenazas o burlas), según ha explicado el Observatori Contra la Homofòbia en Catalunya en la presentación de su informe anual. Una parte muy importante de las víctimas de estas agresiones reportan, a posteriori, que sus agresores eran chicos muy jóvenes que actúaban en grupo. «No todos los jóvenes ejercen violencia pero debemos asimilar que tenemos un problema con una parte de ellos: hay que convencerles de que el odio no es el camino, que ser antisistema no es ser fascista», ha insistido el presidente del observatorio, Eugeni Rodríguez.
«Maricón». Este fue el grito que una mujer trans oyó al salir del supermercado en L’Hospitalet de Llobregat. Ella se giró y vio un grupo de tres chicos y una chica. «¿Me lo decís a mí?», les preguntó. En aquel momento, un chico se le tiró encima y le empezó a pegar puñetazos. Ella trató de protegerse y se dio cuenta de que había dos chicos más pegándole mientras le decían: «Pensaba que eras una mujer». Al verlo, los peatones avisaron a la policía. En cuanto llegaron los agentes, los chicos escaparon corriendo.
Agresores jóvenes en manada
Ella es una de las más de 200 víctimas que, a lo largo del 2022, se acercaron al Observatori Contra la Homofòbia a reportar un acto discriminatorio. En total, 59 personas denunciaron agresiones físicas, y otras 55, agresiones verbales. Otra de ellas, un profesor de una escuela que recibió agresiones físicas y verbales por parte de sus alumnos. Y es que, del relato de las víctimas se desprende que hay un patrón de agresores que se va repitiendo: chicos jóvenes, incluso menores de edad, que actúan en grupo contra las personas homosexuales, bisexuales o transexuales.
«Estamos en un contexto sociopolítico en que el discurso de odio, de la extrema derecha, se esta desplegando de forma bestial: nos preocupan estas olas reaccionarias que ya vemos en las escuelas e institutos, pero no podemos resolverlo solo con una visión punitiva», ha explicado el director del observatorio, Cristian Carrer. «Los que tengan que pagar una multa por decir maricón de mierda no lo harán más porque no quieren volver a pagar, pero lo que queremos es que lo piensen: necesitamos más recursos en coeducación y educación afectivo-sexual«, ha añadido Carrer.
Escuelas, clubes y escaleras de vecinos
Además de las agresiones, que mayoritariamente ocurren en la vía pública, el ‘observatori’ también ha registrado casos de discriminación en otros entornos: trabajo, vivienda, escuela, clubes deportivos o discotecas. Por ejemplo, hay un 9% de afectados que fueron víctimas de acoso, en algunos casos cometidos por parte de una comunidad de vecinos: a un 3% no les permitieron entrar en locales de uso público (como bares o discotecas) y un 12% recibieron un trato inadecuado por parte de la administración, por ejemplo, en los centros sanitarios. También destaca un 20% de actos de odio y exhaltación del odio. La mayoría de ellos se dieron a través de las redes sociales o en pintadas en la calle.
Las personas trans, especialmente las mujeres, fueron el colectivo que más despuntó este 2022. Hace cuatro años representaban el 10% de todos los denunciantes, pero en 2022 ya superaron el 20%. «A raíz de la ley trans se han volcado muchos mensajes de odio contra estas personas, y esto es la antesala a acometer un delito contra estas personas porque los agresores se sienten legitimados», ha dicho Rodríguez. Sin embargo, los hombres gays siguen copando el grueso de las incidencias, con un 60% del total.
El Observatori también ha hecho autocrítica. De entre el colectivo de mayores de 65 años no llegan al 1% de denuncias. «Esto no sucede porque no haya casos, sino porque no nos llegan. En parte, por la brecha digital y por ello tenemos que poner más esfuerzos en llegar a este colectivo», ha señalado Rodríguez, que ha anunciado un convenio con la fundació Enllaç para atajar este problema. El otro talón de Aquiles es la infradenuncia. Del total de actos registrados, solo el 25% ha llegado a la administración. «Cada vez la brecha se va haciendo más pequeña pero tenemos un problema de impunidad: las personas LGTBI no se sienten seguras. Y no puede ser que vayan a comisarías de Mossos, especialmente en el interior de Catalunya, y les digan que no pueden denunciar», se ha quejado Rodríguez.
En esta rueda de prensa también ha estado presente Manuela Fernández, directora de la Oficina contra la Discriminació de la Generalitat de Catalunya, creada en marzo del año pasado. Ante este organismo tan solo han llegado 56 denuncias de lgtbifobia, el 44% del total de recibidas sobre actos discriminatorios. De estas 56 denuncias, ya se han aplicado seis sanciones. «Sabemos que el 80% de las víctimas de discriminación no denuncian, por ello nos tenemos que adaptar a su realidad y hacer todos los esfuerzos para coordinarnos y llegar a el colectivo», ha afirmado Fernández.