El Confidencial.- Un estudio contabiliza los miles de personas que se marcharon del País Vasco durante los años del terrorismo y recoge testimonios de sus protagonistas: “Se trataba de lograr expulsarnos”
«Se trataba de lograr de expulsarnos del País Vasco», «el censo electoral está alterado», «se aprovecharon de la sacudida del árbol”, «el gobierno vasco jamás se ha puesto en contacto conmigo»… Son testimonios de algunos de los muchos que tuvieron que irse de sus casas durante los años del terrorismo vasco, unos para salvar su vida y otros para poder respirar lejos del clima de presión asfixiante del nacionalismo. El éxodo estuvo acompañado de la imposibilidad de volver a votar en sus lugares de origen, donde el PNV y Bildu son hegemónicos. Un estudio cifra ahora en 180.000 personas las que se marcharon y recoge sus testimonios.
El trabajo lleva por nombre “El éxodo vasco como consecuencia del terrorismo de ETA y el nacionalismo excluyente” y ha sido elaborado por el Centro de Estudios, Formación y Análisis del CEU. “El resultado es que se han marchado de las tierras vascas, en números netos, unos 180.000 españoles nativos entre comienzos de 1977 y de 2022 por razones políticas. Esa merma de unas 180.000 personas, en torno al 9% de la población vasca de 1977, en realidad, implica una pérdida demográfica adicional de varias decenas de miles de habitantes más, que son los hijos e incluso los nietos que habrían tenido en el País Vasco muchos de los que se fueron”, dice.
Sus autores elaboraron un cuestionario en marzo y se lo hicieron llegar a los protagonistas de esta diáspora de la historia reciente de España. Entre los encuestados hay familiares de asesinados, profesores universitarios, periodistas, jueces, empresarios y estudiantes. Hay algunos puntos que se repiten casi de forma unánime, como la sensación de abandono o el rechazo a regresar a sus pueblos a pesar de los años transcurridos sin atentados de ETA. Afirman que la presión nacionalista se mantiene y la comparan con el recibimiento que desde el principio sintieron en los lugares que eligieron para continuar sus vidas. Así lo explica Ana Iríbar, la viuda del líder del PP de San Sebastián Gregorio Ordónez, asesinado por ETA en 1996: “No sólo me he sentido mejor acogida, es que desde el primer día he sido y soy una madrileña más. Es increíble, pero cierto. En la primera reunión de vecinos donde me instalé, el presidente de la comunidad abrió la reunión diciendo lo orgullosos que se sentían por tenerme entre sus vecinos… inimaginable en mi casa de San Sebastián”. El estudio alerta de que hay encuestados que siguen sin querer dar sus nombres y prefieren preservar su anonimato. Es el caso del yerno de un político de Alianza Popular asesinado en 1980, al inicio de los años del plomo. “El Gobierno vasco no ha tenido interés nunca por nuestras necesidades”.
Agravio comparativo con los emigrantes en América
A lo largo del estudio se cita en varias ocasiones el agravio comparativo histórico entre aquellos se vieron forzados por el acoso terrorista y nacionalista frente a otro tipo de emigrantes. “Resulta curioso –destacan sus autores– esta frialdad con las víctimas si lo comparamos con el ánimo y el esfuerzo empleado para atender a las ‘colectividades vascas en el exterior’ con subvenciones y visitas institucionales al otro lado del Atlántico. Estas personas que dispondrían si lo desearan del derecho al voto –artículo 7.2 Estatuto de Autonomía del País Vasco-, tienen un calor y una prioridad institucional que no se ha dispensado a los que tuvieron que marcharse del País Vasco como consecuencia del terror”. «Aunque ETA ya no mate, el clima social hostil hacia quien no es nacionalista se mantiene» En los últimos años, apenas ha habido dos iniciativas que abordaron esta cuestión, pero ambas acabaron en un cajón. Una de ellas tuvo lugar en 2011 bajo el gobierno vasco, dirigido entonces por el PSE. Llegó a elaborar un proyecto denominado “Retorno” cuya finalidad era diseñar un programa público de reparación que facilitara el regreso de los familiares de los asesinados por ETA, así como de los extorsionados, coaccionados y amenazados. Sin embargo, en 2012 el PNV ganó de nuevo las elecciones y no se continuó con la idea. A nivel nacional, el gobierno de Mariano Rajoy encargó al Centro de Estudios Políticos y Constitucionales un informe para proponer medidas que favorecieran el regreso de los desterrados al País Vasco o al menos su participación política, es decir, el derecho al voto en esta comunidad. No obstante, dicho informe no fue acompañado posteriormente de ninguna modificación legal. Una de las mayores complicaciones que encontraron en esos trabajos fue la de acreditar de forma fehaciente haber sido víctimas de la presión y las amenazas. “A estas alturas nada nos impulsa a volver de manera definitiva, dado que, aunque ETA ya no mate, el clima social hostil hacia quien no es nacionalista se mantiene”, comenta uno de los hijos del que fuera director del periódico ‘La Gaceta del Norte’, obligado a salir de Bilbao para que no le mataran.
El catedrático de Derecho Internacional Público Carlos Fernández Casadevante acude a la metáfora acuñada por el PNV según la cual ETA agitaba el árbol con sus atentados y los nacionalistas recogían los frutos en las urnas: “Se aprovecharon de la sacudida del árbol. En primer lugar, para participar con ventaja en todos los procesos electorales en el País Vasco mientras los partidos no nacionalistas no concurrían en igualdad de condiciones y se las veían y se las deseaban para poder presentarse porque sus candidatos eran amenazados o asesinados. En segundo lugar, otro gran provecho se concreta en la alteración fraudulenta del censo electoral, lo que explica la realidad actual. En mi opinión irreversible”. En las últimas elecciones locales en el País Vasco, el PNV fue la fuerza más votada con el 36% de los sufragios. Le siguió EH Bildu, con un 24,7. El PSE aparece como tercera fuerza con un 16,1% de los votos. El PP presenta un pírrico 5,8 por ciento. Las encuestas para la cita electoral del domingo pronostican la continuación de la hegemonía nacionalista e independentista. “Los dos nacionalismos, el radical y el supuesto moderado siempre han tenido como prioridad la creación de la nación vasca. Hay multitud de pruebas de su connivencia. Así han moldeado una sociedad casi sin discrepantes, la controlan en su totalidad, dominan todas las instituciones y como consecuencia las políticas. Los españoles, cuanto más lejos mejor para ellos”, opina Víctor Legorburu, hijo del alcalde de Galdácano asesinado en 1976.
Para Fernando Múgica, hijo del también asesinado Fernando Múgica Herzog, la situación en su tierra “es un panorama electoral deformado que se corresponde a la hegemonía nacionalista que alcanzaron mediante la violencia durante décadas”. Otra de las cuestiones que aborda el estudio es la fuga de talento y crisis económicas derivadas del terror que mermaba la inversión o la fuga de empresarios. Incluye testimonios que señalan la presión nacionalista como una forma de desincentivar el regreso para emprendedores. “Hoy día, para prosperar es necesario ser del PNV, del partido de ETA o mostrar cercanía hacia el nacionalismo”, sostiene Ana Velasco, hija del comandante Jesús Ignacio Velasco, asesinado en 1980.
El periodista José Antonio Zarzalejos concluye que uno de los puntos de partida para fomentar el regreso es la cuestión ética, una asignatura pendiente: “Es la sociedad vasca y especialmente el nacionalismo los que tienen que realizar una catarsis moral de sus omisiones, pedir perdón colectivamente y reconocer como víctimas a los que estamos fuera por las amenazas terroristas y la agresividad del nacionalismo”. Este cuestionario elaborado por el Centro de Estudios, Formación y Análisis del CEU se elaboró dos meses antes de conocerse que EH Bildu acogería en sus listas electorales a 44 condenados por su relación con ETA, entre ellos siete con delitos de sangre.