La Policía señala a 7 exjefes de ETA por el atentado de Sangüesa, en Navarra

Telemadrid.- La Comisaría General de Información de la Policía Nacional ha señalado a siete exjefes de la organización terrorista ETA por el atentado perpetrado por la banda el 30 de mayo de 2003 en la ciudad navarra de Sangüesa que acabó con la vida de dos policías, aunque asegura que «no existen pruebas» para responsabilizar al exdirigente Garikoitz Aspiazu, alias ‘Txeroki’.

Estas son las conclusiones del informe de más de 200 páginas, al que ha tenido acceso Europa Press, que los investigadores han remitido al magistrado de la Audiencia Nacional Francisco de Jorge, que investiga a la excúpula de la banda por su presunta responsabilidad a la hora de ordenar el atentado.

En el mismo, señalan a los exintegrantes del Comité Ejecutivo de ETA Juan Fernández Iradi, ‘Susper’; Gorka Palacios, ‘Nagi’; Félix Ignacio Esparza, ‘Ana’; Mikel Albisu, ‘Mikel Antza’; Ramón Sagarzazu, ‘Ramontxo’; Soledad Iparraguirre, ‘Anboto’; e Ignacio López de Vergara, ‘Ibes’.

Con todo, reconocen que «no existen pruebas o indicios que posibiliten afirmar que en aquella época» ‘Txeroki’ y Aitzol Iriondo, ‘Gurbitz’, «formaran parte del máximo nivel de dirección de ETA siendo miembros de zuba, a pesar de que sí tenían un cierto nivel de responsabilidad dentro de las estructuras de la organización».

En el caso de ‘Txeroki’, los agentes precisan que su ascenso en el aparato militar de ETA –«del que llegó a ser el máximo responsable y un miembro destacado del Comité Ejecutivo»– comenzó en 2004 y que «no hay constancia» de que en 2003 –cuando tuvo lugar el atentado de Sangüesa– ocupara esos «puestos de máxima responsabilidad». Según subrayan, entonces «todavía era uno de los responsables del subaparato de formación encargado de formar a los nuevos militantes» de la organización terrorista.

Lo mismo ocurre con ‘Gurbitz‘. Los investigadores apuntan que en 2003 estaba «encuadrado dentro del aparato militar» de ETA, pero «todavía no ostentaba una responsabilidad de alto nivel» ni tampoco sobre los comandos operativos. Asimismo, los investigadores apuntan que «no se han hallado datos suficientes para afirmar ni excluir la participación material» de Garikoitz Arruarte Santa Cruz y Gorka Loran Lafourcade en el atentado de Sang~esa, «aunque pudiera ser posible». INDICIOS

CONTRA ‘SAHATSA’ Y ‘ATA’

Los agentes aseguran que, «a pesar de no poder atribuir dicho atentado a ningún autor concreto, existen ciertos indicios que pudiesen apuntar a una posible participación del comando ‘Basajaun’ en este atentado».

Dicho comando estaba formado por Miren Itxaso Zaldua Iriberri, alias ‘Sahatsa’, y Mikel Kabikoitz Carrera Sarobe, ‘Ata’, y tuvo actividad entre 2001 y 2003 en los territorios de Guipúzcoa y Navarra. «Además, al igual que ocurrió con los testigos de los atentados de Beasáin y Zaragoza, que no pudieron reconocer a los autores en las fotografías mostradas por la Policía debido a que no estaban identificados en 2001 como miembros de ETA, tampoco pudieron hacerlo por la misma razón en mayo de 2003, cuando el atentado de Sangüesa», añaden.

Los investigadores consideran que, tras las pesquisas llevadas a cabo, «se podría inferir» que los liberados que entregaron el material explosivo para el atentado fallido del 24 de diciembre de 2003 –y los otros dos contra vías de ferrocarril en Pedrola y Samper de Calanda– «serían los coordinadores del comando ‘Basajaun‘». «Y, de ser cierta la hipótesis de que la relación entre los cuatro pudiera ser anterior a junio de 2003, también podrían serlo del atentado de Sang~esa», señalan.

ETA TENIA UNA «ESTRUCTURA CASI MILITAR»

En el documento, los agentes explican al titular del Juzgado Central de Instrucción Número 1 que ETA «es una organización sumamente estructurada y jerarquizada, en la que sus integrantes tenían una labor encomendada y un responsable al que rendían cuentas de ese desempeño». «Este responsable les trasmitía las órdenes emanadas de otro responsable superior o directamente del órgano directivo», recuerdan.

En esta línea, detallan que «su estructura era muy cerrada y casi de naturaleza militar». «Cada miembro de ETA dependía de un responsable y ese de otro superior, en una cadena piramidal. Todos los militantes conocían la existencia del Comité Ejecutivo. Las órdenes de cada responsable se acataban en la convicción de que no se trataba de una orden personal, sino que respondía a un plan elaborado por la cabeza de la organización, esa comisión directiva que era el Comité Ejecutivo», añaden.

Según la Policía, en ETA «regía una férrea disciplina mediante la cual se trataban de evitar traiciones, deserciones, delaciones, falta de observancia a las medidas de seguridad impuestas o posturas críticas». «En alguna ocasión la decisión fue la ejecución del militante», sostienen.

EL ORIGEN DE LA CAUSA

Este informe ha sido aportado a la investigación que el Juzgado Central de Instrucción Número 1 abrió en abril del pasado año a raíz de la querella de Dignidad y Justicia contra los ocho integrantes del comité ejecutivo de ETA o zuba en el momento del atentado –María Soledad Iparraguirre, alias ‘Anboto; Mikel Albisu, Mikel Antza; Ramón Sagarzu, Ramontxo; Gorka Palacios; Garikoitz Aspiazu; Aitzol Iriondo; Félix Ignacio Esparza; y Juan Fernández Iradi– y contra Garikoitz Arruarte y Gorka Lorán como presuntos autores materiales.

El pasado mayo, el juez amplió la investigación e imputó a ‘Ata’, a ‘Sahatsa’ y a los exetarras Jon Lizarribar y Gurutz Aguirresarobe a raíz de la declaración de un testigo.

El instructor subrayó que estos exjefes de ETA buscaron durante su mandato «crear un estado de terror total», generar la sensación «de no saber por dónde iba a venir el siguiente ataque».

El juez enfatizó que la secuencia de atentados que comenzó el 30 de mayo de 2003 con los hechos de Sangüesa «no fue sino el inicio de una ofensiva terrorista, de un giro estratégico, netamente diferenciado de los meses o el año precedente, y que plagó la geografía española de artefactos» explosivos.