El Español – Agredió a un joven en una céntrica plaza de Málaga capital. Fue detenido con el agravante de un delito de odio gracias a las imágenes captadas por las cámaras.
Madrugada de un día de mediados del pasado mes de septiembre. Centro histórico de Málaga. Plaza Uncibay. A la puerta de un negocio de comida rápida, localizado junto a una conocida discoteca, un reconocido skinhead, detenido en otras ocasiones por la Policía Nacional, agrede a un joven, propinándole varios golpes y causándole, al parecer, alguna fractura.
En su ataque, el agresor no se percata de que una de las cámaras del sistema de videovigilancia del que dispone Málaga desde hace años, está grabando lo ocurrido. Nada pasa desapercibido al ojo artificial. Ni al equipo de la Policía Local que ante la petición de colaboración de la Policía Nacional se dispone a revisar las imágenes disponibles del suceso.
«Recibimos una petición de la Policía Nacional para comprobar una cosa rara en la puerta de la pizzería que hay junto al Andén», cuentan fuentes policiales. Inmediatamente se acude a la grabación del dispositivo situado en Uncibay, uno de los equipos colocados en la primera fase de la videovigilancia del casco histórico.
Es una cámara Full HD, no 4k como las que actualmente ya lucen en otros puntos de la urbe. Esta circunstancia es clave para que la calidad de las imágenes sea inferior. En plena noche, con escasa iluminación, lo más que se percibe es «una especie de mancha de gente, pero no se ven las caras».
Aunque la agresión se produce en este punto, parece que anteriormente víctima y agresor habían coincidido en otro bar. La sospecha es que ese fue el punto inicial de fricción que desembocó en Uncibay. «Tras una conversación de unos 30 segundos, el agresor golpea a la víctima, que trata de defender; cuando cae al suelo hay otras personas que también lo patean».
Ante la imposibilidad de identificarlo de manera clara con las imágenes, la Policía Local realiza un seguimiento al agresor. En su recorrido abandonando el lugar de los hechos, la videovigilancia lo acompaña.
La grabación muestra que abandona el grupo y avanza por Calderería, cruza por la Plaza del Carbón y baja por la calle Larios. «A mitad de la calle Larios se quita la camiseta y muestra todo el torso, en el que lleva tatuajes», explican las fuentes. Tampoco en ese momento es posible tomar un fotograma que permita su identificación. «Lo más que podíamos tener era un sospechoso».
Insuficiente para lograr su detención. Pero el skin sigue su recorrido en dirección a la Alameda Principal. Y es ahí donde es finalmente cazado. A la altura del número 47 de la conocida calle del Centro, una de las cámaras de la fase del Soho (incluye parte de la Alameda) lo reconoce.
«Sigue con la camiseta quitada y se pueden observar claramente los tatuajes, muy característicos«. La Policía Local envía la imagen a la Policía Nacional. La respuesta es concluyente: «Ya lo tenemos».
La prueba captada por la videovigilancia desde el inicio de la agresión hasta la llegada del agresor a la Alameda Principal fue suficiente para que el responsable de los hechos fuese detenido, con el agravante de ser acusado de un delito de odio. «Si no llega a ser por la cámara hubiese quedado totalmente impune porque por las imágenes que había no era identificable», destacan las fuentes.
Este episodio, al que pueden sumarse otros casos reales o denuncias falsas de supuestas víctimas de robos que no lo son, da buena muestra del valor que tiene la videovigilancia para la labor policial. Según datos dados a conocer el pasado lunes por el alcalde, Francisco de la Torre, todos los días llegan al centro de control del sistema «dos o tres» peticiones de ayuda para tratar de dilucidar determinados delitos.