Bélgica vivió este sábado una violenta sacudida con el atentado que acabó con la vida de tres personas —una cuarta quedó en estado crítico— en el Museo Judío de Bruselas. Una persona irrumpió en el museo a primera hora de la tarde y abrió fuego contra varias personas. Tres de ellas —una pareja israelí y una mujer francesa— murieron en el acto. La ministra del Interior, Joëlle Milquet, confirmó pocas horas después que todos los indicios apuntan a un crimen antisemita. “Es un museo judío, no es un sitio cualquiera”, argumentó. El herido es un empleado belga del centro.
“Oí seis disparos en un primer momento y poco después, al menos otros seis. A continuación un coche deportivo que había aparcado en la puerta del museo arrancó con fuerza”, explicó cerca del lugar de los hechos Marc Weberman, trabajador de una inmobiliaria situada frente al museo judío. La policía acordonó toda la zona, en pleno centro histórico de Bruselas. El edificio se encuentra a pocos metros de la emblemática plaza del Sablon, repleta de viandantes y de personas que asistían a una maratón de jazz que se celebraba allí.
El ministro de Exteriores, Didier Reynders, tomaba un café por la zona y prestó su teléfono a unos testigos del atentado para que llamaran a la policía. “Estoy consternado. He visto muchas cosas en mi carrera política, pero algo así tan violento, en un sitio tan pacífico como el centro de esta ciudad…”, acertaba a decir Reynders a escasos metros del museo, cuya entrada quedó cubierta por una lona blanca.
El atentado puso un dramático punto final a la campaña electoral en Bélgica, que además de las elecciones europeas, este domingo celebra generales y regionales. El centro estaba plagado de candidatos al Parlamento de Bruselas que apuraban las últimas horas de campaña (en Bélgica aún se puede hacer propaganda el día antes de los comicios).
Inmediatamente después de los disparos, las fuerzas de seguridad comenzaron a buscar el Audi del que presuntamente salió el asesino —algunos testigos pudieron anotar la matrícula antes de que huyera— y a última hora de la tarde la policía interrogó a un sospechoso, aunque poco después lo dejó en libertad sin cargos. El supuestos autor salió del coche cargado con una bolsa y volvió a entrar en el vehículo tras efectuar los disparos, según los testigos.
Tras el atentado, el Gobierno decidió elevar el nivel de alerta terrorista en el país al nivel cuatro, de una escala de cinco, según confirmó la ministra del Interior, que se reunió con el primer ministro belga, Elio di Rupo, y otros responsables para coordinar la respuesta. Di Rupo se declaró “consternado” y envió “sinceras condolencias” a las familias de las víctimas.
Este es el atentado antisemita más grave que ha vivido Bélgica desde la Segunda Guerra Mundial. Pero ya en los años ochenta se produjeron varios episodios —algunos de ellos con varios muertos— contra la comunidad judía, explicaba en el lugar de los hechos Viviane Teitelbaum, judía y diputada en el Parlamento de Bruselas. “Este país no ha hecho lo suficiente, no hemos reaccionado con firmeza ante discursos antisemitas, homófobos y de otro tipo”, se quejaba esta parlamentaria liberal, que anteriormente presidió una asociación judía en Bélgica. “Hace falta una política integral, educativa, policial… Y hace falta que los políticos se expresen claramente y frecuentemente contra este tipo de violencia”, explicaba con contundencia a los periodistas justo al borde del perímetro acordonado, donde se amontonaban testigos, políticos, periodistas y ciudadanos que apenas podían dar crédito al brutal suceso.
“Lo que ha ocurrido era inevitable», subrayó el presidente de la Liga Belga contra el Antisemitismo, Joël Rubinfeld, según el diario La Libre Belgique. “Asistimos estos últimos años a una liberación de la palabra antisemita”, añadía este activista. Varios estudios recientes, entre ellos uno de la Agencia Europea de Derechos Humanos, revelan un resurgir del odio a los judíos y la creciente inseguridad que dice sentir esta comunidad en la mayor parte de países europeos. La situación es especialmente grave en países como Hungría, donde el partido Jobbik, la tercera fuerza política, profesa abiertamente el odio a los judíos y a los gitanos.
La Federación de Comunidades Judías de España emitió un comunicado en el que pide a las autoridades españolas y a las europeas “que pasen a la acción con toda celeridad para legislar y penalizar la incitación al odio racial y antisemita que deriva en actos criminales como el de Bruselas”.
El País