El Faro de Melilla.- No basta con desear que actos tan deleznables no se repitan, hay que buscar la manera de frenar a los intolerantes. Tienen que saber que no tienen cabida en esta Melilla.
La sede de la Asociación Melillense de Lesbianas, Gays y Transexuales (Amlega) ha vuelto a ser atacada con una pintada homófoba. No es la primera vez que pasa y, por tanto, merece una repulsa de toda la sociedad. No basta con desear que actos tan deleznables no se repitan, hay que buscar la manera de frenar a los intolerantes. Tienen que saber que no tienen cabida en esta Melilla.
Hay que tener claro que no estamos ante un acto vandálico más. Estamos ante un ataque a la diversidad y a la convivencia. Estamos ante un delito de odio y no podemos permitir la repetición cíclica de las pintadas en la sede de Amlega sin que se consiga dar con el o los responsables.
Porque hoy es una pintada homófoba, pero mañana puede ser una paliza y en Melilla no hay cabida para quienes empañan la grandeza de esta tierra.
En momentos como éste es importante recordar al colectivo de Amlega que la inmensa mayoría de los melillenses somos gente de paz, abierta y tolerante. Por eso en esta ciudad no tienen cabida ni el acoso ni los ataques homófobos a los que ha estado sometida en los últimos tiempos esta asociación.
Nuestra sociedad es cada vez más sensible y no pasa por alto temas que hace veinte o treinta años no se denunciaban. En ese contexto de concienciación, Melilla redujo el año pasado todos los delitos relacionados con la libertad y la indemnidad sexual.
Eso no se consigue con más cámaras o con más Policía en las calles. Eso lo hemos conseguido con más educación en valores. Es de alguna manera mérito de los colegios y las familias. Es mérito nuestro, como sociedad.
Nuestra tolerancia nos convierte en un oasis de respeto en el continente africano. Por eso aquí encuentran una mano tendida quienes huyen de la barbarie y la criminalización.
Tras lo ocurrido este lunes en la sede de Amlega, desde El Faro transmitimos al colectivo LGTBI nuestro apoyo incondicional en la defensa de la tolerancia y en contra de pintadas que consideramos delitos de odio. Aquí no caben paños tibios, titubeos ni mirar para otro lado. La diversidad no se toca. Los derechos no se tocan. El respeto en Melilla es y tiene que seguir siendo sagrado.
El colectivo de Amlega tiene que saber que no está solo.