El Mundo.- Mató a tres indigentes en 11 días tras golpearlos con una barra de hierro o una estaca de madera aprovechando que dormían en la calle y todo el mundo estaba encerrado en su casa por el confinamiento. Así lo reconoció Thiago F.G., de nacionalidad brasileña, en el juicio que empezó este lunes en el Tribunal del Jurado de la Audiencia de Barcelona por lo que la Fiscalía rebajó la petición inicial de pena de prisión permanente revisable a 63 años de cárcel, 20 por cada crimen más 3 por los delitos contra la integridad moral, de los que cumplirá 40 de forma efectiva y luego estará otros 30 en libertad vigilada.
La defensa del procesado ha llegado a un acuerdo con el Ministerio Público y el resto de acusaciones particulares que representaban a familias de las víctimas. El primer crimen tuvo local el 16 de abril de 2020, cuando el acusado supuestamente golpeó con una barra de hierro con un extremo curvado a un mendigo de origen marroquí de 22 años que dormía en los alrededores del Auditorio Nacional de Cataluña que no se pudo defender ya que dormía. El siguiente crimen fue el 18 de abril cuando, pasada la medianoche, al agresor propinó seis golpes en la cabeza a otro indigente de 60 años con una madera en la calle Caspe. La víctima murió por un traumatismo en la cabeza.
El 27 de abril de 2020 mató al tercero, de nacionalidad francesa y de 37 años, en la calle Rosselló con la barra de hierro. Tras este crimen un agente de paisano lo siguió y los Mossos lo pudieron detener en la caravana en la que vivía en las afueras de Barcelona. Las acusaciones indican que el sospechoso buscaba hombres que dormían en la calle, vulnerables y desprotegidos, que en el momento de los ataques estaban solos. Por eso consideran que fueron crímenes «discriminatorios» ya que «consideraba que no debían vivir, que debían morir, solo por el hecho de ser pobres y vulnerables».
El procesado, de 38 años, tiene problemas de drogadicción, por tomar marihuana, que afectan a su trastorno de la personalidad, según los informes forenses, además del consumo reiterado de alcohol. Sin embargo, era consciente de los crímenes que cometió en pocos días y en zonas muy próximas entre ellas en el Eixample, aprovechando las calles vacías por el confinamiento. Los tres asesinatos pusieron en jaque a los Mossos que montaron un dispositivo específico para atrapar al sospechoso. Ahora seguirá en prisión, de la que se intentó escapar un mes después de ser arrestado.