La Vanguardia/Enrique Bolland.- Expertos en psicología infantil advierten que son frecuentes los casos de niños y niñas que no encuentran alternativa en vacaciones por la falta de recursos para atenderlos.
Niñas y niños con diagnóstico de Trastorno de Espectro Autista (TEA), y sus familias, concluido el periodo escolar, buscan campamentos de verano u otras alternativas que permitan a los menores ser atendidos y realizar actividades mientras sus familiares trabajan o descansan. Pero para ellos resulta más difícil, según explica a La Vanguardia Sheila Alcaraz, codirectora del Instituto Alcaraz, centro especializado en psicología infantil.
Cada año, al llegar el verano “nos encontramos casos de menores no aceptados en algunos campamentos o actividades de verano o niños excluidos por la falta de personal capacitado para atenderles con garantías”. Alcaraz explica que su centro, ubicado en la Avenida de la Albufereta de Alicante, organiza un campus de verano “en el que hay un monitor por cada dos niños”, algo que no está al alcance de la mayoría de los campamentos, sean deportivos, de naturaleza o de ocio.
Cada año, al llegar el verano “nos encontramos casos de menores no aceptados en algunos campamentos»
Esta falta de oportunidades, genera una “marginación social del menor, que se queda sin alternativa, no logra integrarse con otros compañeros y pierde esa vinculación social y emocional que – con ciertas pautas y mecanismos por parte de los monitores – les podría ser muy útil en el proceso de aprendizaje y socialización”.
Sheila Alcaraz asegura que, en casos en los que se produce un rechazo, es conveniente denunciar a la Conselleria o a la entidad que organice el campamento en cuestión que se está produciendo una discriminación. Admite que «este tipo de niños requieren una supervisión que vaya más allá de un monitor para quince niños», por lo que, ante el rechazo, las familias suelen conformarse por entender que allí no van a ser bien atendidos.
La propuesta de Instituto Alcaraz, en especial cuando las iniciativas de ocio son impulsadas por entidades públicas como ayuntamientos, es la formación previa del personal, “una tarea donde entidades como la nuestra podemos participar en formación de personal. Somos muchos los expertos en psicología infantil y en TEA que podríamos formar a este personal con resultados muy interesantes”, comenta la experta en diagnóstico precoz del Trastorno de Espectro Autista.
La primera acción que deben tener en cuenta los monitores de estos menores es conocer cuáles son sus dificultades más importantes. En general, son niños que tienen un claro déficit a la hora de relacionarse con sus iguales o, en su caso, cuando interactúan suelen hacerlo de manera inadecuada. Además, suelen manifestar cierta hiperactividad, y ser repetitivos y poco flexibles en sus hábitos.
Una atención adecuada exige a los cuidadores “llevar a cabo un seguimiento más personalizado, establecer con ellos rutinas muy marcadas»
Una atención adecuada exige a los cuidadores “llevar a cabo un seguimiento más personalizado, establecer con ellos rutinas muy marcadas y explicadas al detalle al inicio de cada jornada, con recursos como dibujos o listados que les sitúen en su realidad de actividades inmediatas”, recomienda Alcaraz. También es positivo formar un ‘círculo de amigos’, ese grupo de compañeros más sensibles o que conectan mejor con el menor, que le sirvan de guía