Al salir de la sede del “Instituto pro Derechos Humanos” en Bratislava (Eslovaquia) la tarde del 5 de septiembre pasado, Alena Krempaská fue brutalmente agredida por dos individuos que la esperaban. Al verla, la arrojaron violentamente al suelo y luego le golpearon repetidamente en la cara, mientras le gritaban “puta”, entre otros insultos misóginos. Horas antes, la organización para la que trabaja, el “Instituto pro Derechos Humanos” había organizado una acción de protesta en un mitin convocado por dos de los partidos políticos con representación en el parlamento de Eslovaquia que más abusan del discurso xenófobo, y están contribuyendo a crear un clima hostil a la diversidad en el país centro europeo. Esas formaciones son OĽANO-NOVA, “Gente Común” y (SaS) “Libertad y Solidaridad”.
En el mitin, los activistas del Instituto pro Derechos Humanos fueron increpados y agredidos físicamente por algunos de sus militantes, y aunque la cosa no fue a mayores, gracias a que la policía se interpuso entre los agresores y los activistas. El líder de “Libertad y Solidaridad”, les acusó, aprovechando que en ese momento se estaba dirigiendo a la audiencia, de fraude y malversación con la clara intención de deslegitimarles y criminalizarles.
Respecto a quién pudo haber cometido la agresión contra Alena, en el momento de escribir esta información, la policía no ha avanzado ningún dato de la investigación, los responsables del Instituto pro Derechos Humanos, creen que pudo tratarse de militantes fanatizados de alguna de las dos formaciones que convocaron el mitin. Lo que para ellos es claro, es que el clima de intimidación y la atmosfera hostil hacia la diversidad hace que este tipo de incidentes se repitan. Tienen claro que el discurso público de Richard Sulik, líder de “Libertad y Solidaridad” y de Igor Matovic, de “Gente Común” les hace moralmente responsables de lo ocurrido.