Los líderes europeos se están preparando para un aumento electoral de partidos hostiles a la Unión Europea la próxima primavera – un revés potencial a los partidos más estables que podría dificultar los esfuerzos de la UE para aplicar políticas de amplio alcance.
Los votantes de los 28 países de la Unión acudirán a las urnas entre el 22 y el 25 mayo para elegir a los miembros de los 751 escaños del Parlamento Europeo. Los partidos populistas han empezado una lucha feroz para ocupar asientos en él, y con un sentimiento anti-europeista elevado y la probable baja participación, las encuestas muestran un más que probable y significativo avance de estos partidos.
«Existe una posibilidad de que sean capaces de bloquear pasos importantes que se necesitan dar», dijo Jan Philipp Albrecht, miembro alemán del Parlamento por el Partido Verde. «Eso sería terrible, porque dañaría la posibilidad de generar políticas europeas y de ofrecer soluciones»
Los partidarios de los grupos anti-UE dicen que esperan que más votos en las elecciones europeas proporcionarán una plataforma para que sea posible avanzar en su causa en beneficio de las políticas nacionales.
La crisis obliga a los gobiernos nacionales a seguir adelante con medidas presupuestarias impopulares, y el descontento de los votantes ha impulsado el apoyo a partidos que promueven más estrictos controles a la inmigración y también la retirada de la moneda única.
El año pasado mostró el terreno ganado por muchos de estos grupos. En Austria, el partido de extrema derecha » Partido de la Libertad» alcanzó un récord de 20,7% en las elecciones de septiembre. La gran coalición entre los socialdemócratas y los conservadores sólo alcanzó una mayoría estrecha de 50,9%, la menor proporción que los votos de los dos partidos han conseguido conjuntamente desde la Segunda Guerra Mundial.
En Suecia, al igual que en otros países nórdicos, los partidos anti-inmigración son cada vez más los que sustentan el equilibrio de poder. El «Partido Demócrata» de extrema-derecha es ahora la tercera fuerza, y ha provocado la pérdida de apoyo a la coalición de centro-derecha gobernante.
En Francia, algunas encuestas predicen que el Frente Nacional, liderado por Marine Le Pen, se llevará el primer lugar en las elecciones de mayo, quedando por delante de los socialistas gobernantes y de la dividida oposición conservadora.
Aún así, no está claro si la variedad de partidos nacionalistas, entre ellos el belga Vlaams Belang y la Liga Norte de Italia, podrán dejar de lado sus diferencias, incluyendo enfoques divergentes respecto a las minorías étnicas y los derechos de los homosexuales, como para crear una alianza que logre realmente funcionar.
En el Parlamento Europeo, un grupo político debe tener al menos 25 miembros, procedentes de siete o más países, para conseguir financiación y resultar influyente. (El Parlamento se divide entre Bruselas y Estrasburgo)
Los partidos populistas ahora intentan promover el apoyo en sus países de origen para crear una red internacional potente.
Marine Le Pen y el líder del Partido de la Libertad holandés Geert Wilders dijeron el mes pasado que están forjando una alianza para las elecciones de mayo. Le Pen también ha estado cultivando lazos con el FPO austriaco. Wilders, cuyo partido hasta el año pasado formaba parte de la coalición de gobierno de los Países Bajos, ha establecido fuertes vínculos con Vlaams Belang y otros.
Con ello pretende prepararse para la acción en el Parlamento Europeo. «Puedo imaginar que se propone la devolución de áreas enteras a la soberanía nacional», dijo Le Pen en una entrevista en la sede de las afueras de París. «Lo que se ha hecho en una dirección, puede ser muy fácilmente hecho en la otra. «
Algunos analistas políticos estiman que los llamados euro-escépticos podrían llegar a suponer hasta un 30 % en la próxima legislatura, aunque eso incluye a los relativamente moderados, como los que están alineados con el Partido Conservador Británico. Esa presencia podría permitir a las fuerzas anti- UE en el parlamento bloquear iniciativas en todas las áreas, desde las finanzas a la inmigración o el medio ambiente.
«Podríamos ser lo suficientemente numerosos como para impedir el paso de las directivas que nos parecen contrarias al interés de nuestro pueblo», dijo Le Pen.
Sin embargo, las fracturas ya están apareciendo. Nigel Farage, jefe del influyente Partido Independentista del Reino Unido y viejo crítico de la UE, se ha negado a establecer vínculos con el partido de la señora Le Pen. Y ella ha dicho que no se alinearía con partidos extremos como Aurora Dorada de Grecia y Jobbik de Hungría.
Los intentos previos de cooperación por parte de la extrema-derecha en Bruselas fueron derrotados por rivalidades nacionales y desacuerdos políticos. Una coalición de extrema derecha formada en 2007 se separó a los pocos meses después de que Alessandra Mussolini, eurodiputada italiana y nieta del dictador fascista, sugiriera que los rumanos que viven en Italia son criminales.
Incluso si las fuerzas anti-UE no pudieran crear una alianza formal, podrían constituir una plataforma para los apasionados de discursos anti-europeístas. Podrían causar estragos en un Parlamento Europeo, a cuya existencia se oponen, amenazando así los esfuerzos que se están realizado para recuperar votantes a líderes de confianza.
«El comportamiento en el Parlamento Europeo, de algunos elementos de la derecha muestra que no están en él para la democracia», dijo Edward McMillan-Scott, un miembro británico del Parlamento por la Alianza centrista de Liberales y Demócratas. «Ellos hacen demagogia y utilizan el Parlamento como plataforma».
También podría ocurrir que la única manera de que el Parlamento pueda aprobar sus leyes sea logrando una coalición de los grandes bloques de centro-derecha y centro-izquierda. Aunque algunos defensores de la UE advierten de que esto llevaría a leyes demasiados prudentes, tibias que sólo aumentarían el desencanto con la UE.
«Incluso si no tienen un grupo formal, la situación se hace un lío», ha dicho el Sr. Albrecht.