MIGUEL MORA. EL PAÍS.«Nos hemos profesionalizado, hemos formado nuevos candidatos, y estamos en el punto perfecto para defender nuestras ideas en los gobiernos municipales”. La declaración de Marine Le Pen, presidenta del Frente Nacional, al diario Nice-Matin del jueves, anticipa el lanzamiento de la campaña electoral para las elecciones municipales de la próxima primavera. Los sondeos conceden a la ultraderecha un 16% de intención de voto, menos del 18% que Le Pen obtuvo en el primer turno de las presidenciales de 2012, pero cuatro puntos más respecto a las encuestas de marzo pasado.
El último avance del Frente Nacional va acompañado de un descenso en las previsiones de los dos grandes partidos nacionales. La conservadora UMP pierde tres puntos, y el Partido Socialista se deja dos en medio año. Pese a todo, las proyecciones globales predicen que los partidos de izquierda sumarán en los comicios locales un 40% de los votos y los de centro derecha un 35%, aunque prevén que el Frente Nacional tendrá más apoyos que nunca en París, en Lyon, y sobre todo en Marsella, ciudades en las que hoy no tiene un solo concejal.
La estrategia de Le Pen de cara a los comicios locales edulcora levemente la carga racista y xenófoba de su ideario habitual. La formación afirma que, en caso de tener que dar su apoyo a otros candidatos en la segunda vuelta –las elecciones se celebrarán a dos turnos el 23 y el 30 de marzo de 2014-, defenderá a quien sostenga “el pequeño comercio, la transparencia en la asignación de viviendas sociales y el laicismo en los comedores escolares y las piscinas”, y al que luche “contra las subidas de impuestos y las instalaciones salvajes de nómadas”.
Otro objetivo del Frente Nacional es “entrar con las policías municipales en los barrios que hoy son zonas de no-derecho”. La frase, que pone el acento en el imperio de la ley –local- y es un paso más en la fase de cirugía estética del FN, se refiere a Marsella, la segunda ciudad de Francia, asediada desde hace años por las muertes violentas que genera el narcotráfico. La capital europea de la cultura durante 2013 es la gran apuesta de Le Pen –su partido celebrará allí este fin de semana su universidad de verano- y una fuente de inquietud para los grandes partidos.
Según una encuesta de la radio Europe 1, el FN obtendrá un 30% de los sufragios en media docena de circunscripciones de la ciudad e incluso superará en votos al Partido Socialista, para pasar a ser la segunda fuerza de la ciudad tras la UMP, aunque el partido de centro derecha mantendría la alcaldía en el segundo turno.
Pero los politólogos advierten de que el ascenso de la extrema derecha será también muy visible en los municipios pequeños y medianos de la Francia periurbana y rural donde el FN rascó más votos en las presidenciales (su techo fue el 36%) y las legislativas (récord del 57%) del año pasado.
Las razones de la consolidación de Marine Le Pen son variadas. El profesor de Sciences-Po Stéphane Rozès, presidente de CAP, ha apuntado dos: “A diferencia de su padre, utiliza las ideas de República y laicismo para atacar a los inmigrantes. En segundo lugar, ha hecho suya la idea del proteccionismo frente a una Unión Europea que ya no protege a sus ciudadanos”.
Un estudio encargado por la Fundación Jean Jaurès y publicado ayer por Le Monde añade otro motivo. Desde 2007, “los centros de gravedad del Frente Nacional y de la UMP se han desplazado hacia la derecha”, señala la investigación, que certifica la radicalización de ambos electorados y el predicamento creciente entre las clases populares y los jóvenes de las ideas nacionalistas y antiinmigración. La conclusión principal es que la estrategia de la UMP es un grave error: al copiar las ideas de la ultraderecha “da todavía más audiencia a las tesis del Frente Nacional”.
El Instituto Nacional de Estadística ayudó a entender la eficacia de los mensajes antisistema con un informe que explica cómo la desigualdad y la miseria no paran de crecer desde 2008. En 2011, un 14,3% de los franceses (8,7 millones de personas) y un 19,4% de los jóvenes vivían bajo el umbral de la pobreza, que en Francia se mide en 911 euros mensuales. Tres años antes, la cifra de pobres era del 13%. Mientras los salarios, las prestaciones de desempleo y las pensiones del 10% de la población más modesta no han dejado de bajar desde 2008, la renta del 30% de los más ricos no cesó de aumentar.