El Periódico.- El colectivo de mujeres mayores es el más vulnerable a la hora de sufrir violencia por parte de su entorno y urge tomar medidas. A esta conclusión llega la estadística sobre feminicidiosfuera del ámbito de las parejas o exparejas que el Ministerio de Igualdad hizo pública el lunes y que ha convertido a España en el primer país europeo y del mundo (que se tenga constancia) en impulsar un censo sobre los homicidios que se cometen contra las mujeres por el mero hecho de serlo. El recuento demuestra que las mujeres mayores son las más afectadas por la violencia extrema: 6 de cada 10 víctimas superaban los 60 años y fueron asesinadas por sus hijos, nietos o vecinos. De ahí que los expertos urjan a poner el foco en este grupo de edad y a impulsar iniciativas que saquen del círculo de la violencia a estas víctimas, que normalmente la sufren durante años y en completo silencio.
La nueva estadística, que se publicará cada tres meses y será complementaria al recuento de víctimas de violencia de género (censo que ya fue pionero en su momento y que se ciñe al ámbito de la pareja), indica que en el primer semestre de 2022 han sido asesinadas 19 mujeres. Que el 58% sean mayores de 60 años supone una diferencia sustancial con la violencia en pareja, donde el grueso de víctimas (el 52,2%) tiene entre 41 y 50 años.
Los agresores
Esta diferencia en la edad de las víctimas viene motivada por el perfil de los agresores (en los feminicidios fuera de la pareja): el 57,9% son familiares (6 hijos, 3 nietos y uno otro un familiar). Los datos apuntan a que las mujeres son más vulnerables a la violencia a manos de sus parejas o exparejas en la cuarentena, porque en esa edad muchas toman la decisión de divorciarse, mientras que sufren las agresiones de otros familiares como sus hijos o nietos a mayor edad, cuando estos crecen.
Los especialistas llaman a reforzar las medidas en este colectivo, fuera del radar institucional, a través de centros del Imserso, servicios sociales y la red sanitaria
«La convivencia en pareja y la convivencia derivada de la maternidad nos fragiliza y nos sitúa en un punto de mayor riesgo», concluye Lucía Avilés, magistrada de la Audiencia Provincial de Barcelona y experta en este tipo de violencia. Ayer mismo, falleció una mujer de 71 años de Escatrón (Zaragoza) tras haber recibido una brutal paliza por parte de su expareja mientras dormía.
Violencia durante más de 40 años
La nueva estadística no indica si las víctimas a su vez sufrían violencia de género (si habían denunciado), pero los estudios sugieren que los hijos que crecen en entornos de agresiones machistas tienen un 40% más de posibilidades de reproducir los comportamientos que ven en sus padres, según recuerda Miguel Lorente, exdelegado del Gobierno contra esta lacra. Pueden (no siempre ocurre, algunos se convierten en activistas contra el machismo) repetirlos con sus parejas o contra sus madres, hermanas o abuelas, lo que indica que en algunos hogares las mujeres sufren violencia marital y de otros miembros de su familia, normalmente durante años y en soledad.
En esta línea, un estudio específico sobre violencia de género en mayores de 65 años, efectuado en 2019, revela que el 40% de las víctimas han sufrido la violencia durante más de 40 años, y el 27% entre 20 y 30 años. El motivo de tanto aguante, para tres de cada diez, es que la violencia era aceptada por la sociedad cuando iniciaron sus relaciones sentimentales. Un 32% manifiesta que lo hicieron por sus hijos y un 35% por que tenían miedo a que su pareja las matara. El 20% no había revelado a nadie de su entorno las agresiones sufridas.
También el censo de feminicidios refleja que esta violencia está fuera del radar de las instituciones: casi el 90% no ha denunciado, frente al 70% que no acude, de media, a los juzgados en violencia de género. Por ello, según el Gobierno, la nueva estadística «visibiliza los feminicidios ocultos» y permite «abrir los ojos» y adoptar políticas destinadas a ayudar a estas víctimas. Entre ellas, destaca que el Ministerio de Igualdad se ha puesto en contacto con el Imserso para que se mejoren los cauces de detección de esta violencia en aquellos lugares, como los centros de mayores, donde las afectadas suelen acudir.
Lorente aplaude esta iniciativa, dado que es «muy difícil que una mujer acuda a un juzgado a denunciar a su propio hijo» y es más fácil que desvele su situación en lugares donde se siente cómoda. Por ello, el exdelegado del Gobierno propone que a su vez se refuercen los cauces de detección en los servicios sociales y la red sanitaria, dado que, debido a la edad elevada de las víctimas y derivado de la violencia física que sufren, se presupone que acuden con frecuencia al menos a los centros sanitarios.