Alena Krempaska milita desde hace años en la causa de los derechos humanos. Ejerce un periodismo crítico en el Instituto pro-Derechos Humanos de Eslovaquia.
Centro-Europa se ha convertido en el epicentro de una tormenta que amenaza a toda Europa en forma de populismo e intolerancia. Parece haber arraigado socialmente el discurso de la Islamofobia que convierte a todos los musulmanes en sospechosos. De ahí la hostilidad manifiesta en contra de inmigrantes y refugiados. El discurso de odio para que cuaje necesita intimidar a quienes lo combaten. Por eso Alena Krempaska fue atacada en septiembre. En esta entrevista nos cuenta su experiencia y el contexto en el que se desarrollaron esos hechos.
¿Puedes describir qué te sucedió el 5 de septiembre de 2016?
Creo que la historia necesita una pequeña explicación previa. Los partidos de la oposición OLANO, SAS y NOVA, que podríamos encuadrar en la derecha no tradicional, si bien es cierto que con marcos ideológicos contradictorios, pero con aspectos comunes como la islamofobia, o la homofobia., llevaban organizando protestas contra el actual gobierno denunciando casos de corrupción que afectarían al Ministerio del Interior. Lo que pretendían presentar como encuentros de la sociedad civil en contra de la corrupción, eran en realidad reuniones con propósitos más oscuros.
Un grupo de activistas decidimos participaren una de esas protestas, pero con un mensaje algo diferente. Al mismo tiempo que criticábamos al gobierno, mostramos unas pancartas contra los organizadores de la protesta. El motivo: no tuvieron problemas para formar gobierno en el pasado con partidos políticos salpicados de casos de corrupción a gran escala, no adoptaron ninguna iniciativa legal para frenarla, y además disuadían con cañones de agua a los manifestantes indignados por los casos que les afectaban. Es decir, nuestra propuesta iba dirigida contra los partidos del gobierno y de la oposición afectados por la corrupción.
Decir que no fuimos bienvenidos es un eufemismo. En un determinado momento, el líder de OLANO, el parlamentario Igor Matovic, tomó la palabra para proferir serias acusaciones contra nosotros. Concretamente nos señaló entre la multitud a mí misma y a mi compañero, afirmó que nos financiaba el gubernamental SMER, que somos unos falsos activistas, que se han abierto causas en los tribunales contra nosotros por robo de dinero, entre otras mentiras. Inmediatamente fuimos abucheados por la multitud, y la tensión era tal que la policía se puso delante de nosotros para evitar posibles ataques violentos. Incluso llegaron a acompañarnos al transporte público al finalizar el evento.
Cuatro horas más tarde, al salir de nuestra oficina, fui atacada por dos desconocidos que mientras me golpeaban el rostro, gritaban que era “una puta de SMER”.
Poco después, cuando aún estabas convaleciente escribiste toda una declaración de principios, reafirmando tu compromiso y dejando claro que no te dejarías intimidar.
La agresión fue una sorpresa para muchos; tanto mis colegas como yo estamos acostumbrados a las amenazas, tanto en internet como fuera de la red, pero nunca nos las habíamos tomado en serio. Todo esto demuestra que el deterioro que está alcanzando el debate público, no solo por los más radicales, como esos neonazis que tenemos en el parlamento, sino también por formaciones más convencionales. Espero que esto suponga una lección, un mensaje de que no debemos permitir que el discurso de odio campe a sus anchas y haga que los políticos sean más cuidadosos con sus declaraciones, en un contexto ya de por si tenso y de gran frustración-Yo acuso al líder de OLANO, Matovic, de ser el responsable de generar las tensiones que propiciaron la agresión que sufrí.
Y la investigación policial. ¿Ha dado algún tipo de resultado?
Lo único que sé es que en la declaración oficial de la policía se dice que los autores no han sido identificados y que el caso no se investigará más, a no ser que aparezcan nuevas evidencias, en un plazo de hasta dos años.
¿Crees que este ambiente político caracterizado por el crecimiento del discurso de odio, particularmente de carácter islamófobo, está teniendo un impacto en el aumento de delitos de odio y ataques a activistas?
Seguramente. Los delitos de odio son más aceptados, especialmente aquellos cuyas víctimas son percibidas como musulmanas. Los más violentos son cometidos por militantes neonazis, pero existe una casuística de casos no tan graves que llevan a cabo, gente ordinaria no afiliada a formaciones políticas. Este fenómeno cuenta con una gran aceptación social. Los ataques a los activistas son raros; espero que mi caso no lo transforme en normal, y que por el contrario sea una llamada de atención.
Recientemente vimos que hicisteis una acción en el Teatro Nacional: ¿Qué fue exactamente lo que hicisteis? ¿En qué contexto decidisteis hacerlo? ¿Cuál era el objetivo?
Desde hace cinco años, venimos organizando lo que llamamos “protestas gorila”. Nombre que sale de una filtración de la agencia de inteligencia y seguridad acerca de acuerdos corruptos entre empresarios y miembros de partidos de la derecha eslovaca. A pesar de las protestas masivas, las investigaciones concluyeron recientemente sin acusaciones, como si nada hubiera pasado.
El pasado 7 de enero tuvo lugar en el Teatro Nacional, la gala anual que habitualmente reúne a personajes famosos del país donde se les puede ver participando en coreografías preparadas para la ocasión. Sabíamos de antemano que iban a estar presentes algunas de las personas implicadas en casos relevantes de corrupción. Decidimos llevar a cabo la acción ese día con el objetivo de poner de manifiesto lo ridículo de la situación. Así que nos disfrazamos con trajes de gala para la ocasión, y nos colamos al evento, esperando el momento preciso para desplegar un cartel en el que se podía leer: “Los gorilas bailan mientras la gente se muere de hambre”. Esto hacía alusión a la investigación sobre corrupción que no llegó a ningún lado y al sentimiento general de frustración al ver que ricos y corruptos están fuera del alcance del Estado de Derecho. Además queríamos conmemorar el quinto aniversario de nuestra primera Protesta Gorila.
Podrías describir la situación actual en Eslovaquia?
Depende de en qué perspectiva se trate. El país está relativamente bien en términos económicos, pero la desigual distribución de la pobreza y el aumento de los precios se hacen sentir en las zonas más pobres y entre las personas más desfavorecidas. El estándar de vida de “occidente” no está a la vista y hay un descontento general por la corrupción y el mal uso del patrimonio público, en un clima de total impunidad.
En este ambiente, todos los actores políticos, no solo los partidos, sino también los medios de comunicación, tanto convencionales como alternativos, y la iglesia han convertido a los inmigrantes en chivos expiatorios. El sentimiento anti-inmigración y especialmente anti-Musulmán es ampliamente compartido; los actores políticos han tenido gran éxito al deshumanizar a los refugiados, y lo han logrado en muy poco tiempo. Es triste y sorprendente ver el miedo y la aversión que la mayoría siente hacia el Islam y los musulmanes.
¿Podrías describir el trabajo de tu organización y las principales preocupaciones y retos que tenéis actualmente?
Actualmente estoy involucrada en dos proyectos. El Instituto de Derechos Humanos muy centrado en sensibilizar sobre derechos humanos tanto en nuestro país como en el extranjero, así como en la lucha contra el fascismo y la islamofobia. Por otra parte, queremos impulsar un gran proyecto educativo para que estudiantes de enseñanza secundaria escriban y promuevan sus propios blogs sobre derechos humanos.
Por otro lado, como consecuencia de lo ocurrido en septiembre, recibimos una información anónima que apunta a que el líder de OLANO, Igor Matovic, tiene su licencia comercial aún activa, lo que supondría una violación de la ley que podría hacerle perder su asiento en el Parlamento. Nos hemos dado cuenta de la necesidad de realizar un trabajo doméstico de vigilancia política, por lo cual hemos creado una nueva organización llamada “Perro Guardián de la Política Eslovaca” que se centrará en controlar las actividades de los políticos, especialmente de los neonazis, que cuentan con representación en el parlamento
¿Cuáles crees que son los retos y principales objetivos para el movimiento antirracista para este 2017?
Bueno, claramente no podemos permitir que los populistas ganen. En la ausencia de alternativas, la gente busca la única alternativa que a menudo -y en muchos países- encuentran: la extrema-derecha.
El movimiento antirracista no puede quedarse estancado en anticuadas narrativas y campañas, como las de “Todos somos iguales” o “El color de la piel no importa”. Aunque con todo mi corazón estoy de acuerdo con su significado, desde hace bastante tiempo ya no son estas las preocupaciones principales de la población general. Salvo que el movimiento antirracista se abra a nuevos temas y, con sus campañas, incluya otras ideas progresistas y apoye sus causas, está condenado a fracasar. Seguramente tiene que concentrarse en buscar medios eficaces para luchar contra los neonazis.
La situación actual exige superar diferencias que hoy en día no son tan importantes y buscar nuevos aliados entre quienes nos parecía impensable en el pasado. Por poner un ejemplo, el 8 por ciento del parlamento eslovaco es neonazi. Tenemos que deshacernos de ellos, y para ello no podemos apoyarnos en unos cuantos progresistas antirracistas. Esto exige crear grandes coaliciones que incluyan, por ejemplo a formaciones liberales de derechas, entre otros. Ahora tenemos un enemigo común, mucho más peligroso, las pequeñas diferencias que pudiéramos tener.